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Opinion

¡Reputación científica del plan estratégico!

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Los cuatro planes estratégicos de Santiago (2000-2030) fueron el resultado de una especial ­combinación que describiremos hoy. Una concu­rrencia de buena suerte, factores técnicos, sociales y organizativos que será muy difícil que se conjuguen de nuevo.

El actual progreso y prosperidad de Santiago sólo se entiende, si valoramos en su justa dimensión, la estructura científica-social que lo hizo posible.

Una coyuntura que llevó a Santiago a convertirse en la primera ciudad acreditada en planificación estratégica de Iberoamérica. Igualmente, “Ciudad Emergente” para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Municipio Resiliente para la Fundación Rockefeller.

Incluso tuve el honor de recibir en España de manos de Enrique Iglesias, pasado presidente BID y primer conductor de las Cumbres Iberoamericanas, la premiación entre 140 ciudades, desde Buenos Aires hasta San Sebastián.

Mi asertiva contribución como consultor, gerente de proyectos y finalmente como director, me condujo a emplear amplias energías intelectuales y vínculos históricos con todos los sectores sociales. Fue nuestro interés estratégico facilitar el impulso de alcaldes, senadores, diputados, regidores, agencias internacionales y presidentes de la República, concretaran esta modernización urbana.

Lo más decisivo fue que pudimos reclutar o llegar a tener un «dream team» científico, cuyos productos pueden verse en todos los proyectos exitosos de Santia­go. Ellos fueron Marcela Mirabal, Mildred Mata, Agustín González, Carlos Díaz y Julio Corral. Expertos que, sin recibir la remuneración correspondiente a su nivel académico y experiencia práctica, basados en su sentido de identidad y responsabilidad, lo dieron todo por Santiago.

Calidad científica, elevada participación técnico-social y compromiso público y privado que incluyó desde regidores y diputados de todos los bloques, alcaldes, senadores, iglesias, alto y mediano empresariado, cientos de juntas de vecinos, decenas de organizaciones de mujeres y asociaciones sin fines de lucro.

Con la excepción del proceso caótico reciente por el que acaba de transitar Santiago, pude contar con sus obligadas excepciones, de presidentes del CDES dedicados, sobrios y éticos. Con juntas directivas facilitadoras, todos moderados por el máster de la gobernabilidad, doctor Juan José Batlle, líder quien no aceptó más la vicepresidencia de esta entidad, y cuya presencia hizo mucha falta para impedir o armonizar el reciente desorden.

Todo lo anterior hoy está en juego porque como resultado de nuestra renuncia el pasado 12 de diciembre 2024 de la dirección ejecutiva del Plan Estratégico de Santiago, ahí se aposentó el empirismo y la improvisación. También la miopía, minucia y la simpleza de gestión que hoy andan sueltos como nuestros pintorescos “juan bobo y pedro animal”.

Muy pocos son los que, siendo electos en procesos manipulados y adulterados, logran sacar a camino las instituciones que permanecieron apócrifamente en sus manos. Ese es el caso del Consejo Desarrollo Estratégico de Santiago (CDES). Nadie todavía ha llegado al fondo de las causas últimas del desconcierto institucional recientemente generado.

Se ha posicionado de forma transitoria, la más indocta combinación de un presidente tardo con una conducción operativa anodina. Más allá de los ficticios WhatsApp divulgados, la verdad resurgirá de las cenizas. Santiago y su planificación estratégica como el «ave fénix», deberán colocar de nuevo, su proceso de planificación, rumbo al puerto de origen.

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