Opinion

Mi Ventana óptica – El nuevo totalitarismo

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Con el supuesto propósito de “preservar derechos humanos”, en La República Dominicana, las autoridades nos han ido entrampando paulatinamente con políticas de organismos internacionales, que desde hace mucho le tienen montada una campaña de descrédito con el tema haitiano, dejando aclarado siempre, que no son nuestros vecinos quienes están detrás de esos planes, sino, la Comunidad Internacional, utilizando a la ONU y sus socios que operan desde el territorio nacional.

Gente, con mucho poder económico, político y social, que recurre al “delito de odio” para incriminar a quien se oponga a sus malsanos propósitos de disolver nuestra identidad nacional, la cultura y el gentilicio de (dominicano). En un mundo cada vez más interconectado, aprovechan que esto se convierte en una de las manifestaciones más preocupantes de intolerancia y violencia que padecen personas en el mundo.

Algo que no sólo afecta a las víctimas directas, sino, que erosiona el tejido social envuelto en esos conflictos, fomentando divisiones y un clima de miedo y desconfianza, es lo que vienen provocado entre dos países que deberán vivir cada uno en su entorno, pero alimentar rencores entre ambos pueblos, permite a ellos solucionar una deuda vieja que tienen con Haití, mientras de paso disuelven el Estado nuestro.

Hoy el entramado es peor, compuesto por empresarios, políticos e Iglesia, que sólo apuestan a sus intereses. Por eso, en el (Código Abinader), introdujeron este término, para cuando la ciudadanía se oponga al empleo de esa mano de obra ilegal que nos invade, ya no de forma tan pacífica, castigar a nombre de la ley creada para esos fines, pues como sabemos, el delito de odio es un acto criminal, motivado por prejuicios, ya sea por raza, religión, orientación sexual, identidad de género u otra característica.

De repente estaremos acusados de ataques a la dignidad y a derechos de esos ciudadanos, perdiendo el sagrado derecho de defender la soberanía nacional, desatando la violencia y discriminación hacia nosotros mismos, esto no sería extraño, conociendo de la (incondicionalidad) del presidente actual con quienes conspiran contra la salud de la Patria de Duarte.

El pueblo dominicano, no puede alegar desconocimiento e ignorancia, pues desde estos medios le venimos advirtiendo de los planes fraguados, para mediante el totalitarismo semántico, impedir que nos levantemos a defender el legado de esos prohombres, conquistado a sangre y fuego para darnos el derecho a ser dominicanos.

Esa lucha pudiera ser justa, cuando no sea usada para fines tan desacertados y malintencionados como el que vienen orquestando estos grupos, pues usarlo para perseguir ideas patrióticas y reclamos de derechos inherentes a la idiosincrasia, es un acto desvergonzado por parte de la autoridad y estos manipuladores. Cuando se hace para deslegitimar el objetivo original de la ley y derechos de otros para imponer un propósito perverso, convirtiéndolo en censura o represión disfrazada de «defender una causa”, dividiendo a la sociedad, etiquetándola de “opresora y racista”.

Una narrativa que sólo favorece a quienes desean mantener el “conflicto” para distraernos de otros problemas estructurales. Ya sabemos, que esto se presta para obtener beneficios políticos y económicos. Estamos frente al nuevo totalitarismo, con el que se procura acallar a la población, lo que debemos enfrentar con total determinación, para impedir que los enemigos logren el objetivo en perjuicio de la dominicanidad.

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