Opinion
La tragedia del Jet Set desnuda la falta de supervisión de los espacios públicos

La tragedia acaecida en la madrugada del pasado martes 8 de lo corriente en el centro de diversión “Jet Set”, en la ciudad de Santo Domingo, cuando de forma repentina su techo se desplomó en plena fiesta, celebrada a toda capacidad, mientras era amenizada por la popular orquesta del célebre cantante Rubby Pérez, ha dejado impactado y afectado a todo el país, dejando una secuela de llanto, luto, dolor, tristeza, congoja, pesar y un saldo, hasta ahora, de unos 226 fallecidos y más de 150 personas lesionadas.
Dicha tragedia ha sido considerada como la más horrorosa y tenebrosa de nuestro país, afectando a representantes de los distintos sectores de la sociedad: empresarios, deportistas, artistas, incluyendo al propio director de la orquesta, Rubby Pérez, quien murió al instante; profesionales de diferentes carreras, a personas humildes, entre otros.
La misma deja al desnudo la ausencia y la falta de aplicación de una política y de un reglamento estatal para la supervisión, inspección y mantenimiento de los espacios públicos que son frecuentados por miles de personas, tanto para las edificaciones públicas como privadas, muchas de ellas ya cumplieron su vida útil y se encuentran en un estado de abandono, poniendo en peligro a los asistentes.
Entre esas edificaciones se encuentran algunos centros de salud, escuelas, estadios, sala de espectáculos, hoteles, recintos carcelarios, iglesias, edificios de oficinas públicas, puentes, túneles, edificios para viviendas, teatros, multiusos deportivos, etc. Sus estructuras deben ser revisadas periódicamente y sometidas a un riguroso mantenimiento y reforzamiento.
Todos los espacios techados, en los que se van a concentrar una gran cantidad de personas para participar en espectáculos artísticos, festivos; actos religiosos, deportivos, políticos, culturales, entre otros, deben ser supervisados e inspeccionados antes de otorgar los permisos para la celebración de dichos eventos, sobre todo, cuando sus estructuras no fueron concebidas para esos fines.
Otro aspecto muy importante y que muy pocas veces se toma en cuenta, es que estos recintos cuenten con puertas y escaleras de emergencias, para casos de incendios o terremoto, evitando así grandes tumultos violentos a la salida.
El señor Presidente Luis Abinader ha dispuesto la conformación de una comisión de expertos para investigar las causas que ocasionaron el desplome del techo del Jet Set, es decir, el qué, cómo y por qué ocurrió; pero esta comisión no solo debe ser para investigar este caso; la misma debe ser permanente, para la supervisión de todas las obras públicas y privadas, que tengan más de 50 años de construidas y en las que se realizan grandes concentraciones de personas, para evitar futuras desgracias.
La misma, sugerimos, debe estar conformada por los Ministerios de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), el de Viviendas y Edificaciones (MOVED), el CODIA y por algunos organismos de socorro.
Para dar con los resultados de dicha investigación, no hay que ser un genio, las mismas no están en discusión; hace tiempo que su techo venía dando señales de deterioro, amenazando con colapsar, pero no se tomaron las medidas preventivas, violando las normas internacionales de ingeniería.
Según los entendidos en la materia, esta estructura fue construida hace más de 50 años con otros propósitos; fue afectada por un voraz incendio y estaba sobrecargada por el peso de los compresores de aire, las vibraciones de los generadores eléctricos y transformadores; por la colocación de varias capas de hormigón para corregir las filtraciones de una enorme losa soportada en pocas columnas, además de los altos decibeles del sonido.
Desgraciadamente el Estado dominicano tiene una gran responsabilidad en esta tragedia, que ha costado tantas vidas, tanto dolor y luto al pueblo dominicano, por no haber supervisado e inspeccionado a tiempo ni recomendar los correctivos de lugar, a estructuras ya vencidas por las inclemencias del tiempo.
Estos tipos de tragedias, desgraciadamente continuarán produciéndose en todo el país, si no se aplican estas normas, protocolos y un régimen de consecuencia a los que violen la ley, sobre todo, en las construcciones de viviendas de varios niveles, pues son muchas las construcciones ilegales que se levantan a los ojos de las autoridades responsables, pues no cumplen con lo que establecido.
En nuestro país recientemente han ocurrido grandes tragedias por una serie de violaciones, pero nunca se ha aplicado un régimen de consecuencia. Ojalá que esta vez, por el número y por el tipo de personas que perecieron, no haya impunidad y se aplique justicia, un verdadero régimen de consecuencia.
Felicitamos a los organismos de socorro y de seguridad por la excelente labor realizada, entrega y sacrificio, para poder rescatar a tantas personas que quedaron atrapadas entre los escombros.
Para todas las personas que perecieron en esta desgracia, paz a sus almas, que Dios los acoja en su Santo Hogar y les otorgue el descanso eterno. Para todos sus familiares, mucha paz y fortaleza para poder resistir la pérdida de sus seres queridos. Mis sinceras condolencias y solidaridad en estos difíciles momentos.
Alfredo Cruz Polanco
(alfredocruzpolanco@gmail.com)
El autor es Contador Público Autorizado y Máster en Relaciones Internacionales
Ex diputado al Congreso Nacional y
Miembro de la Cámara de Cuentas de la República 2010-2016

Opinion
Leyendas de La Joya

Han pasado 89 años desde que el general Trujillo descendiera a caballo al barrio La Joya, para visitar a Foro. Un boticario residente en una zona fundacional de Santiago, extendida por 0.9 Km cuadrados de este a oeste; desde la calle 30 de marzo hasta el río Yaque.
Ahí en la farmacia, Trujillo sin tirar un tiro, realizaría el reclutamiento intuitivo de mi abuelo. Supo enganchar por buenas razones, coacciones o negocios, el liderazgo popular. Foro como farmacéutico, dominaba la clientela que desde la Sierra bajaba a la avenida Valerio. El interés de Trujillo era integrarlo a la política y la venta de medicamentos Chevalier.
También era la época cuando Foro Gómez, José Armando Bermúdez Rochet y Antonio Trueba Colominas, examinaban la base comunitaria de La Joya. Intercambiaban opiniones sobre frecuentes intoxicaciones alcohólicas y tuberculosos de la Sierra que bajaban a examinarse y adquirir medicamentos a la farmacia.
Para Santiago, esas historias se suman a las andanzas cristianas del creador de la Sastrería Rey, mi padre. Costurero con fama de hilar sotanas para sacerdotes y obispos; y esmóquines para bodas.
Son leyendas coincidentes con otras de diversos dirigentes, cuyas madres, padres y abuelos generaron la identidad y sentido de pertenencia que nos caracteriza.
Cuando regresé desde el exterior a la PUCMM, en los años 90, recuerdo que Faruk Miguel me comentó en Centroamérica, “Reynaldo cuando retornes a tu campo, todo parecerá chiquito”.
Santiago es ejemplo de proyectos exitosos. Pero, para la ocasión faltaba el método que aportaría, el plan estratégico. También, la innovación que muchos cultivamos con monseñor Agripino Núñez en PUCMM y en la Liga Ciudadana, auspiciados por Juan José Batlle y Robinson Abreu.
Nos favoreció, asimismo, que en Santiago pocos dominaban la gestión de proyectos, las relaciones internacionales con agencias y la explicación científica no de críticas o problemas, sino de soluciones.
La referencia es La Joya. La magia socio-cultural, los negocios de la avenida Valerio y sus líderes. Duré casi 15 años residiendo ahí. Este período fue decisivo, aunque luego comenzamos a subir hacia áreas más dóciles.
En La Joya funcionaron más de 40 almacenes mayoristas, 15 lupanares, el hospedaje Yaque, el matadero de la ciudad, cuatro iglesias y decenas de escuelas. El carácter fue edificado al calor de la idiosincrasia joyera.
Esas vivencias nos forjaron al tenor de «Así se templó el acero» y el «Último de los mohicanos» de los novelistas Nikolái Ostrovski y James Cooper, respectivamente. Nos reconocemos como planificadores. De esos que antes de intentar ganar una guerra aplastante, organizan el éxito pacífico sin necesidad de cañonear y bombardear territorios.
Porque de acuerdo a Sun Ztu y Vo Nguyen Giap, el secreto del éxito en las guerras, es ganarlas, al evitar la pérdida masiva de vidas, previniendo el combate abierto y la batalla campal.
Opinion
A la gran arena y otros

La semana pasada estuvimos leyendo un artículo, titulado, “Jet Set: Candado después que le roban”. “231 muertes y un país sin supervisión estructural”; de nuestro siempre profesor, Licdo. José Luis Taveras, que entre otras cosas, indicó en el escrito, lo siguiente:
“Como siempre: ¡Candado después del robo! Ahora se habla de mejorar los sistemas de prevención, inspección y control de la seguridad de las edificaciones. Y es que la mayoría de las políticas y acciones del Estado suelen ser tardías y reactivas. La improvisación nos ha salido cara y la seguimos pagando”.
Asimismo, en otro de sus párrafos, indica: “Sin necesidad de esperar reformas legales, creo que la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones puede acometer algunas diligencias. En esa ruta, me suscribo a la opinión del economista Raúl Ovalles, quien en un reciente artículo publicado en el diario El Caribe «¡Que no quiero verla!», 11 de abril de 2025) propone realizar un levantamiento para crear una matriz nacional de riesgo infraestructural que «clasifique cada estructura según criterios de antigüedad, modificaciones estructurales, capacidad, frecuencia de uso y vulnerabilidad geográfica». “Eso supone realizar auditorías técnicas que recomienda priorizar en edificaciones de alta densidad de usuarios”.
Tomando esto en consideración, debemos asumir como Estado un ambiente de prevención real en cuanto a la evaluación de las obras e infraestructuras ya construídas hace mucho tiempo o las que están edificadas y que constantemente reciben o acude una gran cantidad de público o usuarios.
En el caso específico de nuestra ciudad de Santiago de los Caballeros, tenemos lo que era el Palacio de los Deportes, obra que fue construida en el año 1978, y fue remodelada totalmente en el 2008, pasando a llamarse, la Gran Arena del Cibao Dr. Oscar Gobaíra o Arena del Cibao. Actualmente, dicha edificación acusa en deterioro en su techo, principalmente en algunas de sus planchas que hace unos años fueron cambiadas, pero no por el material que debió utilizarse y esto ha provocado que se vean oxidadas. Además, los cables de acero que sostienen esos grandes bloques de concreto no se ha vuelto a dar mantenimiento adecuado.
Hace poco, el periodista y foto reportero, Federico Basilis, haciendo un trabajo para nuestro espacio de radio y tv, tomó imágenes áreas con un dron, y puede notarse el deterioro que acusa la parte del techo de la obra señalada. Él mismo ha tratado de tener comunicación con las diversas autoridades en Santiago, pero a pesar de lo ya sucedido en el Jet Set, nadie asume una postura respecto a esto, delegando todo en el Ministerio de Deportes, que casualmente, hace poco, en el mes de enero entregó 18 millones de pesos para el sistema de aire acondicionado. Y se pensó que se aprovecharía la oportunidad para el mantenimiento total.
En este lugar, durante los torneos de baloncesto superior de la ciudad, puede llegar albergar diez mil fanáticos o más, y en conciertos por igual. Entonces, entendemos que luego de la terrible experiencia reciente, debe el Estado y sus Ministerios asumir la responsabilidad de verificar, evaluar y ponderar, obras que merecen ser adecuadas y darles mantenimiento, como la mencionada y escuelas públicas que lo requieran. Y no esperar tener que lamentarnos por no haber hecho nada.
Opinion
Carta al papa Francisco

Estimado papa Francisco: eres la persona que más admiro en el mundo; lo digo en tiempo presente porque todavía no asimilo tu partida. La pasada Semana Santa la pasé prácticamente en el Vaticano. Anhelaba verte, a sabiendas de que, en tal caso, sería de lejos; me conformaba con mirar tu sotana blanca, tu mitra, tu fanón, tu palio o tu báculo. Y que llegarías en tu “silla de ruedas bendita” sonriente, con esa expresión de paz que conquista al más guerrero.
En los actos religiosos yo era una gota en el mar de fieles que te esperaba con amor, esa palabra fue tu punta de lanza para conquistarnos más. ¿Vendrá el Papa? Era la pregunta obligada. Muchos nos empinábamos con la esperanza de que te presentaras. Ya el domingo, en tu última aparición pública durante la bendición Urbi et Orbi, estaba tu corazón dando sus últimos latidos.
Fuiste el Papa del Pueblo, el Papa de los Pobres, el que nos dio cátedras de humildad y sencillez, el que predicó no juzgar al prójimo de manera ligera, el que promovió la paz, el respeto a los migrantes y una mejor distribución de las riquezas.
Lograste la hazaña de ser un líder planetario. Todos te respetaban: cristianos, islamitas, budistas, hinduistas, ateos, agnósticos, capitalistas, socialistas, anarquistas, reaccionarios, negros, blancos, amarillos, rojos… Te presencia, tu carisma, tu voz y todo tu ser, inspiraron unidad en un escenario internacional complicado y divido por múltiples razones.
Y enriqueciste las enseñanzas de la Iglesia, especialmente en lo social, en lo humano, en lo que pensaba Jesús. Escuchabas paciente y a la vez reclamabas cuando Dios te lo indicaba. En mi caso, tus palabras eran como un templo y por ello aparecen con frecuencia en mis artículos.
Aprendí mucho de ti, con la ventaja de que mi principal mentor en la vida fue uno muy parecido a ti, ambos jesuitas, íntegros, inteligentes, de fácil expresión, hijos de Dios como nadie; me refiero al padre Ramón Dubert, nacido en España, pero entregado en cuerpo y alma a difundir con hechos el Evangelio.
Querido papa Francisco, lloré cuando el lunes escuché al cardenal Kevin Joseph Farrell expresar: «Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”.
Entonces, parece que es verdad, fue una nota oficial, aunque no sé cuánto durará mi duda de que si estás entre nosotros o en realidad partiste. Mientras tanto, papa Francisco: ¡gracias por tus aportes a la humanidad!
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