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Entre el lodo y la fe: familias de Baní lo pierden todo tras la crecida de la cañada 30 de Mayo

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Baní, Peravia. – Acostada junto a su hijo de 10 años y su nieta de apenas siete meses, Yane Montilla Peña jamás imaginó que esa tarde la naturaleza le arrebataría todo. La crecida repentina de la cañada del sector 30 de Mayo, en este municipio, destruyó por completo su vivienda.

Tanto ella, de 37 años, como su padre —que depende de una silla de ruedas— fueron rescatados por vecinos que, aunque también sufrieron daños, no dudaron en extenderles la mano.

“Se me fue la casa, no pude recuperar nada porque no me dio tiempo. Me quedé sin nada. Me tuvieron que dar hasta ropa”, contó con voz entrecortada, aún temblando por los nervios.

A pocos metros, Carlos Antonio Presinal, de 53 años, vive una historia similar. El agua entró sin aviso y se llevó todo lo que tenía. “La gente está dándome ropa porque se me fue todo”, dijo resignado.

Ambos claman por ayuda urgente: no tienen dónde dormir ni qué comer.

“El agua me llegaba al cuello”

El relato de Odalis Rodríguez, de 36 años, refleja la desesperación vivida la tarde del viernes. Contó que el agua le llegaba al cuello y que tuvo que cargar a su nieto de cinco meses sobre la cabeza para evitar que se ahogara.

“La leche, los pañales, todo se perdió. Se llenó y se dañó todo: la compra, el dinero, todo”, expresó.

Según los comunitarios, el desbordamiento ocurrió pasadas las 2:00 de la tarde, producto de las lluvias del huracán Melissa. Karina Lara y su esposo Yansel Montero apenas lograron salvar sus vidas.

“Cuando queríamos salir no pudimos. Cuando empujamos la puerta nos tumbó el agua. Tuvimos que romper por atrás una pared para poder salir”, explicó Karina.

“Yo me estaba ahogando; la nevera me salvó y los amigos de mi esposo me sacaron por ahí”, añadió.

La pareja, que lleva dos años viviendo en el lugar, perdió todos sus ajuares y teme que una de las paredes de su casa colapse. Agradecen que sus hijos estaban con su abuela cuando ocurrió el desastre.

“Todo se echó a perder”

Daysi Arias aún no logra reponerse. Salió a trabajar a Santo Domingo el lunes 20 de octubre y regresó la mañana del sábado para encontrar su hogar cubierto de lodo.

“Cuando yo llegué… tengo los nervios… todo se echó a perder”, dijo al borde de las lágrimas.

Al igual que ella, decenas de familias fueron sorprendidas por la furia del agua. Muchos aseguran que nunca habían visto algo parecido.

Altagracia Arias, de 63 años, lo confirma: “No fue igual, ahora fue más fuerte. Cuando eso pasó la otra vez no se subió ni el agua aquí; ahora acabó con todo”.

“Parecía un brazo de mar”

Los hermanos Santa y Luis Emilio Núñez, con más de tres décadas residiendo en la zona, también resultaron afectados. “Había pasado, pero no tanto así. Se había metido, pero no había dañado tantas cosas. Ahora está todo echado a perder”, relataron.

Marilyn Núñez perdió los documentos de sus hijos. “Todo se me echó a perder, eso parecía un brazo de mar. Los niños no tienen ropa”, lamentó. Mientras, su esposo recordó que hacía más de 15 años que la cañada no causaba estragos como este.

José del Carmen, de 63 años, junto a su esposa, también lo perdió todo.
“Mire la muestra, eso fue un desacato. Había pasado unas cuantas veces, pero no así. El agua pasó y me tumbó esa pared. Me llevó el tanque de gas, la estufa, todo. Y sin fuerza para comprar”, relató.

Entre el lodo y la fe

Los residentes del sector tratan de rescatar lo poco que quedó. Greisy, con tres años viviendo allí, agradece estar viva.
“Dándole gracias a Dios, porque aunque no tengamos nada, estamos vivos. Por lo menos tengo mi esposo y mi hijo; eso era lo que yo quería. Aunque se dañó mi cama, mi nevera, todo se dañó”.

Iris Villalona y su hija Karla también lo perdieron todo. “Primera vez que se mete así esa cañada. Tuvimos que romper la pared atrás para que el agua pudiera salir”, contó.

Ahora, los vecinos se aferran unos a otros, compartiendo lo poco que les queda y levantando una sola voz:
“Que se apiaden de uno y aunque sea una cama le den a uno”.

Más de 20 viviendas afectadas

En el sector, más de 20 casas quedaron totalmente anegadas, dejando a decenas de familias sin hogar ni pertenencias.

Carmen Díaz y Nidia Arias resumen el sentimiento colectivo de desesperanza y fe:
“Amiga, no tenemos nada. Se nos fue todo. Aquí no quedó nada, cama y todo”.

Hoy, entre lágrimas, lodo y escombros, los residentes del 30 de Mayo solo esperan que las autoridades acudan en su auxilio antes de que otra lluvia vuelva a ponerlos en peligro.

Situación en la provincia

Las lluvias provocadas por Melissa causaron severas inundaciones en varias comunidades de la provincia Peravia, donde equipos de la Defensa Civil rescataron a 56 familias, además de personas envejecientes, niños y animales atrapados por la crecida del río Baní y el desbordamiento de cañadas.

El director provincial de la entidad, Rafael Miguel Bello, informó a un medio de circulación nacional que, además del sector 30 de Mayo, las emergencias se registraron en La Colina, El Llano, Mamagina, El Sombrero, La Raqueta, El Carretón y Nizao, este último afectado por la cañada La Pava.

En la zona conocida como calle Los Feos, en el sector Pueblo Nuevo, dos viviendas fueron destruidas por un deslizamiento de tierra. Aunque no se reportaron pérdidas humanas, sí hubo importantes daños materiales.

Bello solicitó al Ministerio de Obras Públicas intervenir la carretera Baní–Caldera, debido a la acumulación de agua que dificulta el tránsito durante los aguaceros, y advirtió que las comunidades La Gina, El Recodo y Las Yayitas permanecen incomunicadas por la crecida del río Baní.

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