La construcción colapsada de la obra física del 1999 debiera ser analizada por una comisión presidencial independiente. Formada por la Academia de Ciencias, CODIA y especialistas designados. Se impone valorar la calidad estructural, análisis de suelo y la relación de la vía con el sistema pluvial.
La ciudad de Santo Domingo acumula cientos de kilómetros lineales de túneles, pasos a desnivel, pasadizos y corredores que debieran ser críticamente valorados. Vías por donde circulan diariamente, millones de ciudadanos y turistas de toda la isla.
El contexto territorial donde aconteció el derrumbe está rodeado por áreas verdes del Centro Olímpico y el entorno del Hotel Barceló. Equipamientos urbanos generadores de suelos permeables. Con ese nivel de áreas verdes, se supone que las velocidades de escorrentía pluvial y su coeficiente, fueran menores.
Todavía más dado que la desgracia sucedió al inicio de la pendiente de la avenida Máximo Gómez que inicia ahí y desciende al mar Caribe. Lo que significa que la variable escorrentía pluvial y ángulo de la pendiente vial, debieron ser facilitadores del agua lluvia que evidenció una pluviometría promedio de 400 mm. Es decir 400 litros de agua por metro cuadrado de suelo.
¿Por qué la obra física obstruyó, cuando debió facilitar el curso natural y artificial del agua pluvial?
Los errores de construcción, más el coeficiente de escorrentía elevado, la obstrucción de imbornales por residuos sólidos y baja capacidad de las tuberías pluviales fueron factores precipitantes. Generadores de presión contra toda estructura construida.
Las tormentas más que “riesgos naturales”, impactan territorios donde los humanos realizan acciones artificiales sobre la naturaleza. Constructores que generan resultados mortales “antrópicos”, atribuibles a intervenciones grises de block, varilla y cemento. En este caso, los contratistas involucrados por el ministerio de obras públicas del momento.
Es en los asentamientos donde se va a ganar o perder la lucha contra el calentamiento global. Cambio climático generador de inundaciones impensadas. La letalidad de las ciudades mal planificadas y construidas, llegó para quedarse con inesperados y constantes resultados mortales.
Aunque estos 9 fallecidos del Distrito Nacional son productos indirectos del cambio climático en las ciudades, el factor humano pareciera ser el causante.
Quién le hubiera dicho al fiscal de Bayamón y su familia. Al doctor y sus invitados. A los ciudadanos de “a pie” que regresaban del exterior, que se dirigían a la muerte al circular por los supuestos productos de la modernización de trenes, túneles, corredores y elevados.
Evaluar profesionalmente la obra, imputar el registro profesional ante el CODIA, judicializar y penalizar debieran ser apenas algunos de los productos de la justicia sancionatoria de esta crisis.
Reynaldo Peguero; rpeguero.cdes2030@gmail.com
