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Aprendamos la gran lección de ser tolerantes y respetuosos con los que piensan diferentes a nosotros, pero cuidemos de caer en el error de estar de acuerdo con el pecado.
Cristo nos enseñó a respetar y amar siempre a aquellos que hacen el mal, pero no estar de acuerdo con ellos. Hay gente que quisiera maldecir, condenar, hundir a los que actúan mal, pero no es la actitud correcta. Ojalá aprendamos a bendecir siempre y a no condenar, pero siempre firmes en el desacuerdo con el pecado.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.