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Acabo de celebrar mis primeros ochenta y cuatro años. La partera fue mi bisabuela. Celebré ayer y sigo celebrando mi cumpleaños, y junto a esta fiesta quiero agradecer a mis padres, quienes no tomaron la decisión ni se les ocurrió jamás abortarme.
Agradezco de corazón a los que me han ayudado a seguir viviendo durante estos años de existencia.
La mayor acción de gracias la elevo a Dios, el que me ha creado, sostenido y acompañado siempre.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.