Los santos son los bienaventurados que vivieron encarnando los valores que Jesús predicó. Celebramos la santidad no solo como una meta alcanzada, sino como un viaje diario de dedicación a Dios y a los demás. La Iglesia reconoce tanto a los santos canonizados como a aquellos que, aunque no han sido proclamados como tal, viven con integridad y amor en sus acciones cotidianas.
La apertura de la Iglesia hacia la santidad en sus diversas formas es fascinante. Toda persona que vive o aspira a vivir valores, aunque no sea perfecta, es considerada santa. Este día es una invitación a todos nosotros para buscar la santidad y la perfección en nuestra vida diaria, siendo reflejos vivos de los valores que honramos.
La santidad no es una meta distante, sino un llamado constante a vivir de manera plena y auténtica.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.