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Creer en la familia nos llevará siempre a defender su diseño natural. Esa misma que Dios ha querido y ha abrazado en su hijo Jesucristo y en el ejemplo que encontramos en la familia de Nazaret. Por eso la familia hay que defenderla en su plan natural. Forma parte de la felicidad de la gente, del plan de Dios y de lo que hemos de hacer para que el mundo sea mejor.
Si sembramos familias buenas, cosecharemos frutos buenos. Todo tiene sus consecuencias. Las familias que son diseñadas así por la vivencia, no solo porque es su esencia, serán familias que darán frutos.
Hasta mañana, si Dios usted y yo lo queremos.