La ola de contagio y muertes generada por el coronavirus sigue en aumento vertiginoso, y ya amenaza la capacidad instalada del sistema de salud pública y privado, de Santiago y el Gran Santo Domingo.
Posiblemente de todo el país, pero como todo sabemos aquí, cuando una persona entra en situación delicada de salud, sus familiares marchan hacia esos dos polos urbanos, conscientes de que entran con los mejores centros asistenciales.
La situación en Santiago llega a niveles altamente preocupantes, como lo han manifestado los ejecutivos de las principales clínicas privadas y directivos del Colegio Médico
En particular esta última institución ha sugerido que el Estado busque alternativas para satisfacer la demanda de camas para internamientos y sobre todo, para tratamientos en terapia intensiva.
Esperamos que las autoridades sanitarias atiendan esa correcta iniciativa del gremio médico, ya que al ritmo de contagio que vamos, ya pronto no habrá donde acoger a todos los que requieren de esos servicios facultativos.
En Santiago hay muchos edificios ociosos y otros subutilizados, que bien pueden servir para improvisar hospitales, al menos para aquellos que no requieren de cuidados intensivos.
El gobierno debe integrar a los profesionales de la medicina que giran en torno al presidente electo, Luis Abinader, para que ellos también hagan sus aportes, en la búsqueda de soluciones, así como de otras instituciones de la sociedad civil del país.