En un año y cuatro meses como representante del Poder Ejecutivo en la provincia de Santiago, Rosa Santos ha demostrado no solo que el presidente Luis Abinader acertó al designarla en el cargo, sino que posee cualidades que la convierten en la persona idónea para presidir un ministerio u optar por un cargo congresual de la magnitud de la senaduría.
Durante ese período, la también presidenta del Comité provincial del Partido Revolucionario Moderno (PRM), ha pasado con “A” todas las pruebas que ha enfrentado desde la gobernación, consolidándose como una de las figuras más conciliadoras dentro del partido oficialista.
Las limitaciones que posee la gobernación de Santiago, al igual que las del resto del país, no ha sido obstáculo para que Santos, quien posee una dilatada carrera política, se haya ganado el reconocimiento del sector empresarial, religioso, político y social de la sociedad santiaguense. Eso lo ha logrado más que todo por la ecuanimidad con que se ha manejado desde su espacio, sin avasallar, escuchando a todo el mundo, acompañando a otros funcionarios en sus respectivas funciones y gestionando desde su despacho soluciones a muchas necesidades que cargaban los santiagueros.
En las diferentes posiciones públicas que ha ocupado se ha caracterizado por actuar con transparencia con el manejo de los fondos públicos. Una muestra lo constituye su paso por el Plan Social de la Presidencia durante el período 2000-2004, en el gobierno que encabezó el ingeniero Hipólito Mejía. Allí administró una gran cantidad de recursos para los programas de ayuda que dirigió, dejando cuentas claras a su salida.
En el aspecto político, como presidenta del Comité Provincial del Partido Revolucionario Moderno (PRM), ha manejado de manera objetiva los disgustos que han surgido en las bases de esa organización política por la falta de respuesta a las solicitudes de posiciones en el gobierno por parte de perremeístas que aún esperan ser nombrados por su gobierno. También ha sabido disipar las pugnas internas que han surgido a lo interno del partido blanco en determinadas situaciones.
Bajo el entendido de que en la política dominicana hacen falta figuras que inspiren confianza y cuya hoja de servicio no haya sido empañada, Rosa Santos sería un rostro potable para ocupar cualquier posición en el estado, ya sea dirigir un ministerio o la senaduría en representación de su demarcación. Esto no solo estaría beneficiando a la sociedad dominicana, sino también daría garantías al Partido Revolucionario Moderno de ir por lo seguro, llevando en su boleta una mujer de la talla de la actual gobernadora, cuya capacidad ha sido probada en todos los escenarios.