La salida precipitada de las fuerzas interventoras en Afganistán, y el caos en su aeropuerto con ciudadanos buscando salir hacia el extranjero, nos transporta al final de la guerra de Vietnam, cuando el ejército rebelde obligó al enemigo a abandonar su territorio.
Aunque se manejan diferentes vertientes sobre la abrupta salida de los poderosos aliados de esa zona, y la toma del control del Estado, por parte de los talibanes, desalojados del poder por su relación con Al-Qaeda y los atentados del 2001, debilita ese poderío imperial.
Y se estarán lamentando, de no escuchar cuando les advertimos, que esos radicales eran invensibles por vía de la guerra. Para salir del pantano, en que la administración Bush metió la nación, se hicieron acuerdos que comenzaron en la administración Trump.
A pesar, que conocedores del tema aseguran, no fueron cumplidos por los talibanes, pero tampoco señalan puntos acordados entre las partes, teniendo ahora el desafío, de explicar tan humillante derrota, pues desde que se produce la huida del presidente Ashraf Ghani, se oficializó el triunfo arrollador de los insurrectos, confirmado por el mulá Baradar Akhund, jefe de la oficina de la organización en Catar.
Ninguna sorpresa, lo que no se esperaba fue la forma irregular y vergonzosa para Los Estados Unidos y aliados terminar un conflicto tan caro en término de vidas e inversión económica. Desde su incursión en el conflicto asiático, advertimos de lo difícil que resultaba vencer a ese enemigo, porque está en su casa y pelea por una causa, a la que ni con la muerte renuncia.
¿Quiénes son los talibanes? Los estudiantes, como suelen llamarse, son una facción político-religiosa, fundamentalista, que surge en Afganistán, a mediado de los 90, con la retirada de las tropas soviéticas derrotadas por ese mismo grupo de combatientes.
Lo que menos necesitaba en estos momentos Norteamérica, era una derrota tan pronunciada, mientras libra una lucha a muerte, intentando detener a China, que busca desplazarle de la supremacía mundial, lo que complica aún más sus aspiraciones de vencer a Pekín.
Y otra mala noticia, la victoria del enemigo, les debilita grandemente, porque ahora se baraja una alianza estratégica, compuesta por China, Rusia e Irán, para dejar a Los Estados Unidos fuera de esa región.
Según la Universidad de Brown, durante esta guerra contra los afganos, fallecieron más de 240, 000 personas, incluidos 71,000 civiles y 3,500 soldados de la coalición. Para que se produjera lo del 15 de agosto en Afganistán, afirman, hubo acuerdos entre Biden y líderes talibanes.
Otros sostienen, se debió al fracaso de la diplomacia estadounidense, algo que deberá aclarar cuanto antes la Casa Blanca, pues esto se traduce en el primer reves de la presente gestión, quedando a merced de las críticas de sus opositores.
Eso, a lo lejos se veía venir, ya que, la nación no soportaba un día más seguir siendo desangrada economicamente para imponer el criterio en una cultura tan acentuada en lo político, religioso y militar, lo deplorable es, la forma en que abortaron dicha missión.
La administración demócrata comienza a dar muestra de su debilidad en el manejo de la diplomacia, que siempre ha sido su talón de Aquiles. Error que, al decir de analistas, deja a ese grupo mejor armado que como estaba hace 20 años, cuando fueron invadidos, y dejando a estas potencias en serias dificultades.
Twitter, @alexalma09