Los últimos datos ofrecidos sobre los males que afectan a la escuela dominicana, han dejado a la sociedad con un alto nivel de preocupación y alarma.
Ya no se trata de baja calidad de la educación, eso son datos estadísticos que desde antaño todos conocemos, y que ni siquiera con una década del cuatro por ciento se logra un despegue.
Ahora se trata de un asunto que realmente no es solamente de los estudiantes en las escuelas, sino que refleja males que vienen de mas lejos y que tocan en forma directa a la familia.
Están en crisis las aulas porque son un reflejo de la sociedad y la familia, pero dentro de los planteles se pueden y deben hacer muchas cosas, para corregir los problemas.
Los datos sobre menores embarazadas, violaciones, intentos de suicidio de hembras y varones, violencia entre alumnos, son graves males que necesitan de una respuesta contundente, desde las estructuras dirigenciales de la educación, pero también de padres y todos los adultos.
El Ministerio de Educación promueve un código de ética que rechaza la ADP, pero esto sería una simple medida superficial, aunque no deja de tener su importancia.
No vemos en la ADP, que representa al magisterio, con la preocupación y el interés necesario para aportar una cuota importante de energía positiva, para encarar estos graves problemas de la educación.
Y por su supuesto, padres, madres y adultos en general, tener una mayor y sana relación con niños y adolescentes para que estos antivalores que permean sus mentes, no sigan haciendo estragos en su conducta de vida.
Para reducir estos graves males se necesita una política integral, del Ministerio de Educación, la Asociación de Profesores, desde el hogar y otras instancias de la sociedad.