Por lo regular, podemos decir que hemos sido una persona que ha gozado de buena salud. Y que salvo ciertas situaciones que hemos padecido con la tiroides, sacando claro, lo ocurrido en el atentado del 2010, no hemos tenido contratiempo alguno, gracias al Todopoderoso.
Ahora bien, fruto del trabajo de nuestra compañera y quien escribe, hemos podido lograr gozar de un seguro de salud internacional, sobre todo por lo ocurrido en el hecho ya mencionado y para utilizar en el país, tenemos lo que se llama el Plan Básico.
Hace poco y a raíz de algo elevado sin importancia en los parámetros de los indicadores de unos resultados fruto de unos análisis que anualmente nos hacemos, salieron unos valores algo alto y nuestros médicos especialistas de la endocrinología y cardiología determinaron que debía tomar unos medicamentos y así procedimos hacerlo.
Cuando no bien ya estaba iniciando el tratamiento y cuando apenas teníamos la compra de la segunda orden acorde a la receta médica, nos informa la joven de la farmacia que nuestro límite se había cumplido. Cuando procedimos a llamar a nuestra ARS, nos indica que debíamos esperar hasta el mes de septiembre de este año, 2023, para que se renovara la cobertura.
Hemos hecho todo este relato y a propósito de lo que ahora está en discusión con el Colegio Médico Dominicano (CMD), con el Sistema de Seguridad Social, en el que luego de la Resolución No.563-01 del CNSS, se busca ponerle fin al conflicto, pero con poca justicia para los usuarios o pacientes, como siempre ha sido. Al fin y al cabo, la lucha médica es más por sus intereses que por el de la colectividad ciudadana. Porque para poder cumplir esa decisión habrá que aumentar el famoso copago por demás ilegal, reduciendo aún más los derechos de los afiliados. Y eso no debería ser lo justo ante un sistema.
Ahora bien, lo que nos preguntamos, cómo es posible, que tampoco se tomara en cuenta que la cobertura general y base de la mayoría de los usuarios sea de ocho mil pesos dominicanos (RD$8,000.00), por año o como usted quiera expresarlo, por doce meses. Pero. ¿Cómo pretende un sistema llamado de seguridad, que un usuario puede mantenerse de medicamentos con esa suma miserable? No se ha aprendido, que el aspecto humano y de justicia, sea lo que prime. Y lo peor, es que no todos los medicamentos son aceptados por las ARS, porque va a depender de aquellos que son aprobados por éstas, sin importar, si aquellos que recomiendan el médico, son los que harán el trabajo en el padecimiento que tenga el afectado.
¿Cuántos dominicanos pueden sobrevivir si tienen su salud comprometida con enfermedades o afectaciones de mayor consideración? ¿Cómo se hacen dominicanos que sufren o padecen varias situaciones de salud, como: presión, colesterol, diabetes? Sin contar en esas interrogantes, si se trata de padecimientos como: la depresión, fibromialgia, epilepsia, lupus, entre otros. Entonces tenemos un Sistema de Seguridad que tiene sus logros, sin embargo, su falta de cumplimiento total; las violaciones a la misma ley y la falta de adecuaciones y modificaciones que deben realizarse, han creado todas las consecuencias que hoy vemos.
La semana pasada leímos un escrito de Marisol Vincens, titulado: “Más que paños tibios”, en el mismo analiza la resolución ya mencionada más arriba, y otras vertientes, indicaba lo siguiente: “Una vez más se ven las dañinas consecuencias de no haber cumplido con la ley, ya que en vez de tener tarifas fijadas con base en un manual que establezca criterios racionales de valoración, hacemos nuevamente las cosas al revés, decidimos aumentos empujados por la fuerza, para luego solicitar al Ministerio de Trabajo convocar un comité de honorarios profesionales para analizar las tarifas y posibles aumentos, que nunca ha jugado su rol, ni cuenta con las adecuadas normativas para cumplirlo”.
“Seguir poniendo paños tibios puede que produzca alivio momentáneo, pero solo acrecentará los problemas y complicará las soluciones. Se necesita mucho más que una resolución, se requiere voluntad política y visión para hacer una reforma integral del sistema de seguridad social, pero se ha preferido seguir jugando a extenderla, sin darse cuenta de que de tanto estirar la soga podemos romperla”.
Cuando repetimos en nuestra mente ese valor de: RD$8,000.00, pesos dominicanos, entendemos, qué tanta sensibilidad social y de justicia se requiere para entender lo que debe ser un Sistema Social y cómo dirigirlo. No estaría mal, recordarle a la clase política nacional, lo que desataron aquellas manifestaciones sociales ocurridas hace un tiempo en Chile.
José Jordi Veras R.