Los dominicanos conmemoramos el 16 de agosto, un aniversario más de esa etapa de nuestra historia, de 1863 a 1865, conocida como “La Guerra de la Restauración”.
Ese día los patriotas Santiago Rodríguez, José Cabrera y Benito Monción penetraron a nuestro territorio procedentes de Juana Méndez, uniéndose al otro grupo emplazado en esta parte, entonces española, liderados por Gaspar Polanco y Antonio Pimentel, y, una vez tomado el cerro de Capotillo, provincia de Dajabón, (unas catorce personas), procedieron al son de “una diana y con redobles de tambores a enarbolar la Bandera Dominicana”, simbolizando así “El Grito de Capotillo” y emprendieron las acciones bélicas que tenían como objetivo único:
“Restaurar a la República, y con ella el Estado Dominicano independiente y soberano”, proclamada el 27 de Febrero de 1844; pero las luchas de intereses políticos internos fueron tan intensas, que determinaron la nefasta decisión del general Pedro Santana para concretizar la Anexión a España, previo acuerdos y carta dirigida a la reina Isabel II, desplazando así a los fundadores de la patria.
A partir de ese momento, 16 de agosto, esa jornada histórica el pueblo dominicano la convirtió en “la más importante de cuantas ha librado la República”. ¿Por qué? Porque “La Guerra de la Restauración tuvo desde el primer momento el apoyo resuelto de las grandes masas del pueblo dominicano, porque en ellas se reunieron una guerra de liberación nacional y una guerra social”. (Juan Bosch). Además, se desarrolló con una rapidez asombrosa. Estas fechas así lo confirman:
El día 22 de agosto caían en manos de los restauradores las comunidades de Dajabón, Guayubín, Monte Cristi y Sabaneta. Seis días después, el 28, caían el Ayuntamiento y el Cuartel de Puerto Plata, La Vega, San Francisco de Macorís y Cotuí. El 30, cayó Moca. El 3 de septiembre entran a la ciudad de Santiago, Gregorio Luperón y Gaspar Polanco con más de mil hombres, y el día 6 le dieron fuego a la capital del Cibao, un hecho considerado “único en la historia de las guerras de independencia latinoamericanas”.
El pueblo dominicano peleó valientemente con lo poco que tenía. Algunos con machetes, otros con fusiles. Pedro Francisco Bonó escribió: “No había casi nadie vestido. Harapos eran sus vestidos. El tambor de la comandancia estaba con una camisa de mujer por toda vestimenta. El corneta estaba desnudo de la cintura para arriba”.
Para todos los que nos representaron en ese momento histórico: ¡Honor y Gloria!.
Hoy nos corresponde “Restaurar” la patria de otros males presentes y construir una mejor nación, inspirados en el ideario de Juan Pablo Duarte:
“Trabajemos por y para la patria, que es
trabajar para la patria y para nosotros mismos”
Lincoln López