Los glóbulos blancos (leucocitos) son una parte importante para la defensa del cuerpo contra microorganismos y sustancias extrañas, su función principal es proteger adecuadamente al organismo.
El número suficiente de glóbulos blancos recibe el aviso de que un microorganismo infeccioso o una sustancia extraña ha invadido el cuerpo, y llegan al lugar donde son necesarios para destruir y digerir el patógeno o la sustancia dañina.
Los trastornos de los glóbulos blancos causan síntomas como consecuencia de la afectación de estas funciones y esas señales pueden surgir en cualquier tejido u órgano que se vea afectado de manera adversa.
El médico pregunta acerca de los síntomas y realiza una exploración física, pero a menudo la presencia de un trastorno de la sangre se descubre por un análisis de sangre, como un hemograma completo.