Hace poco pudimos ver como el arresto de una figura de rap, compositor y cantante estadounidense, acusado de golpear a un productor, su caso fue conocido en ciudad de La Vega por el tribunal de Atención Permanente. Esto mantuvo a la opinión pública por varios días, como si no hubiera algo mejor que hacer, por saber cuál sería su destino y por el alboroto que causaban sus “seguidores” en las afueras del Palacio de Justicia vegana.
Lo que resultó penoso, fue escuchar por redes sociales y canales, a muchos de esos “fanáticos voluntarios”, que se encontraban en las afueras donde se conocían las audiencias, de que habían recibido entre mil y mil quinientos pesos, para hacer esa labor.
Una vez conocido el desenlace judicial de la medida de coerción dictada en contra del indicado y singular rapero, fue de “júbilo” y no se hizo esperar el lanzamiento a la salida de papeletas hacia el público.
Toda esta narrativa y comportamiento de quienes así actuaron, muestran y reflejan en lo que se ha convertido nuestra sociedad, y que fácil resulta “convencer” a ciertas personas, ya sea, para que asista a un mitin político, donde también se sabe lo que se lleva a cabo para que jugando con la miseria humana, hagan de representación supuestos simpatizantes del político o partido que utiliza tal forma de actuar simplemente para hacer creer que tiene los seguidores que no salen en las encuestas. Pues este mismo recurso, fue utilizado en La Vega para hacer “bulla” dizque por la preocupación de que el dichoso cantante pudiera dársele libertad bajo fianza e impedimento de salida, salió en coche.
Es que no debe sorprendernos que algunos de los que realizan este tipo de accionar y quienes se muestran en sus vidas un comportamiento que va acorde con aquello que expresan en sus letras.
Ahora bien, esto de arriba no es lo único resaltable. Sino que en el ámbito político, en esos mismos días, todo el país veía, como en una actividad de proclamación del Partido Cívico Renovador, quien dirige, Jorge Zorrilla Ozuna, para declarar como su candidato al actual primer mandatario, Luis Abinader, como uno de los tantos partidos “emergentes”, que están buscando filas para entrar dentro del presupuesto o del tren gubernamental a quienes no tienen otra manera de buscar la parte de su pastel, juramentó al presidente de la República y a la vez, le hizo jurar, que lo nombraría en el actual gobierno y para los próximos cuatro años de ganar las elecciones.
Lo peor, no fué sólo la acción del exgeneral, Zorrilla, por lo cual pidió luego disculpas, que comprometió en público y en cámaras, ante dicha solicitud, sino que, en el pasado, el propio presidente Abinader, llegó a criticar a quien le estaba juramentando de forma tan desesperada por un cargo, cuando estableció, lo siguiente: “Cuando llegamos al gobierno, el Inespre era una institución quebrada e inoperante. En estos dos años hemos restaurado su credibilidad y restablecido su rol de sustentación y estabilización de precios al productor y al consumidor». Eso dijo Abinader de la administración de Zorrilla Ozuna, sin embargo, hoy en campaña de reelección, todo se olvida, y hasta jura para volverlo a meter en el actual gobierno y en los que vienen, si gana. Se olvidaron los 8 años que estuvo al frente el insigne en el Inespre.
Cuando vemos situaciones como las mostradas, no nos queda mucha duda para entender que la sociedad dominicana vive constantemente asediada de malos comportamientos y conductas, que se notan, no solo en el ámbito político, sino también social. Sino, miren lo que sucedió en apenas una semana, entre Tekashi y Zorrilla.
No sorprendería, que ahorita declaren candidato a Tekashi, pero nos salvamos, es extranjero.