“Colocar al frente de un programa de radio o de televisión a un discapacitado lingüístico, es como poner de inspector de semáforos a un daltónico…”
Pedro Luis Barcia
Académico, investigador, lingüista y profesor argentino.
- “ Estético” y “Epopeyo”
En el uso cotidiano de la lengua, en nuestros medios de comunicación se leen y escuchan las más sorprendentes y hasta jocosas irregularidades léxicosemánticas. El caso que a continuación se relata, ocurrido hace ya varios años, resulta, a propósito, bastante ilustrativo:
Para reducir el nivel de ansiedad que me producen los taponamientos vehiculares, aquella calurosa tarde de un agosto de fuego, mientras me dirigía al centro universitario donde imparto docencia, encendí el radio de mi vehículo, y al margen de toda intención selectiva, sintonicé una de las estaciones radiales que operan en Santiago de los Caballeros. Un locutor, muy; pero muy emocionado, conversaba con el cantante Fernando Villalona:
_ « Mayimbe – se le escuchó tronar casi llorando y con zalamero acento- tú sabes que siempre te he admirado. Tú, mi hermano, eres lo máximo como artista. Tú eres un ser artístico, “estético” y “epopeyo”…»
«_ ¿Epopeyo!» – me pregunté – sin poder evitar mi famoso ¡Diablo! interjectivo, así como la irónica sonrisa que se dibuja en mi rostro cada vez que leo o escucho semejantes “desatinos” a través de los medios de comunicación de la República Dominicana. Porque si bien es cierto que existe el vocablo “epopeya”, con significado de “Poema épico o narrativo…”, no menos cierto es que su versión masculina, “epopeyo”, creada por el aludido comunicador santiaguero, carece de existencia en nuestra lengua, y por ser así, ninguna realidad designa. En el caso específico de esta palabra, ni siquiera puede hablarse de uso impropio, toda vez que dicho vocablo, por no formar parte del repertorio léxico del español, tampoco puede soportar ningún otro significado distinto al que le confirió el susodicho, pintoresco y apasionado locutor.
- «Provincia de Moca».
Un día de estos encendí el televisor, y en el programa de noticias que se trasmitía por uno de los canales nacionales se informa que:
“Residentes en la provincia de Moca se quejaron por el alto precio de las facturas de la energía eléctrica…”
¡Provincia de Moca!, repetí con inevitable asombro. Y es que con ese nombre solo conozco el del municipio principal, capital o común cabecera de la provincia Espaillat, vale decir, no tengo conocimientos de que alguna provincia de la República Dominicana se llame Moca.
- El siempre tormentoso “su” posesivo.
En uno de los más prestigiosos diarios digitales editados en Santo Domingo, se lee lo siguiente:
«Un hombre mató a balazos a su suegro y a su hijastra la madrugada de este lunes…»
Al leer el pretranscrito texto noticioso, la pregunta, de inmediato, salta a la vista:
¿Hijastra de quién era la joven asesinada, del suegro o del hombre que la mató? La ambigüedad o ausencia de claridad, ciertamente, es mucho más que patente. Para evitarla, lo apropiado habría sido escribir:
1) «Un hombre mató a balazos a su suegro y a la hijastra de este (del suegro) la madrugada de este lunes…»
2) «Un hombre mató a balazos a su suegro y a la hijastra de aquel (del hombre) la madrugada de este lunes…»
Acerca del uso del “su» posesivo ya había emitido mis consideraciones en un artículo publicado en este diario con el título de “Uso y abuso del posesivo” (Feb./2/2016). Y, a modo de conclusión, en el párrafo final del referido trabajo, afirmaba yo que:
«Emplear el posesivo apocopado “su”, sin incurrir en imprecisiones semánticas, requiere mucho cuidado y dominio de la redacción. Quien no esté seguro de ese cuidado o de ese dominio, es preferible que no use o controle el uso abusivo de esta espinosa y tormentosa forma pronominal»