El presidente del PRSC en Santiago planteó la necesidad de reorientar la política del partido y sugirió actuar sin odios ni rencores.
Rafael –Papito- Cruz, aseguró que el momento es de actuar con sensatez y madurez para rescatar la vocación de poder.
“No obstante, debemos seguir adelante una y otra vez, ser persistentes no es una opción es un deber, solo que esta vez es una obligación hacerlo con el pecho limpio, sin odios ni rencores, cultivando el perdón, la tenacidad, la unidad, el hábito de seguir adelante cuando sentimos ganas de parar”, proclamó.
“Iniciemos con un cambio de actitud, de hábitos colectivos, de costumbres compartidas, de la ma-nera como dialogamos y diseñemos un método de trabajo diferente, incomparable, novedoso, que genere confianza y sea atractivo, justo e incluyente”, enfatizó.
Y añadió: “Es indispensable incluir a más compatriotas y ciudadanos para aumentar la responsabilidad y hacer que los logros colegiados sean más agradables y no debemos temer a quienes lleguen a participar sin haber formado parte de nuestras estructuras con anterioridad”.
A su juicio, con la muerte del fundador del Partido Reformista, Doctor Joaquín Balaguer, se cerró un ciclo histórico en el país caracterizado por la hegemonía de cau-dillos.
“El liderazgo nacional reformista, de aquel entonces y una prometedora generación de líderes emergentes en todo el territorio nacional, tendrían que encauzar el mayor reto partidario desde su fundación: respirar sin la dependencia, voluntad e indudable capacidad política del presidente Balaguer”.
“Los reformistas estrenaban un nuevo estilo de hacer política: sin Balaguer y fuera del poder”, le expuso Cruz a la cúpula del PRSC, a través de una carta que convoca a la reflexión.
“Desde aquel momento, cuando todo apuntaba a propiciar unas circunstancias históricas en las cuales el liderazgo de relevo estuviese dotado de características alejadas al absolutismo; nos asaltó el monstruo de la división, enrejado en una actitud trivial cimentada en ambiciones personales, que hizo abortar prometedores proyectos presidenciales y locales en todos los niveles, convirtiéndonos en actores activos y pasivos de interminables confrontaciones vergonzosas ante una sociedad que nos observa”, adicionó el dirigente reformista.
“Una tendencia al egoísmo, al individualismo, nos impidió alcanzar las metas y en esas condiciones el fracaso era inevitable”, sostuvo.
“Hoy, una esfera de inseguridad, menosprecio y falta de confianza en nosotros mismos hace añicos las esperanzas de hacer algo grande, por tanto, tenemos que cambiar este comportamiento, porque solo de ese modo vamos a recuperar la vocación de poder”, comentó Cruz.