Opinion
Como chivos sin ley…
Hace poco el abogado y catedrático, José Luis Taveras, en su columna del Diario Libre, escribió un artículo titulado, ¨La insoportable convivencia dominicana” y entre otras cosas expresaba, sobre la forma en que nosotros los dominicanos nos hemos acostumbrado a vivir acogiendo el desorden y dejando de lado el respeto y lo que marca la prudencia y el buen convivir. Establecía, en algunos de sus párrafos, lo siguiente:
“Vivir en comunidad resulta un reto cada vez más complejo. La rutina no nos desmiente: bocinas ruidosas que les roban el descanso a los vecinos; accesos/entradas bloqueadas por aparcamientos imprudentes; zonas residenciales asaltadas por negocios de diversión; consentimientos de la autoridad municipal de espaldas a las normas de uso de suelo; aceras tomadas por toda suerte de estructuras; un tránsito bárbaro y temerario dominado por los instintos; la consagración de los mototaxis/delivery como «animales sagrados» en el culto popular al padre de familia”.
Acorde esta primera descripción que hace el profesor Taveras, de la realidad de lo que es la sociedad dominicana, un orden social que se mueve entre el crecimiento económico, sin un verdadero desarrollo humano. En el que se convive con lo moderno, lo avanzado, los vehículos caros y lujosos; grandes mansiones y urbanizaciones que no tienen nada que envidiar a ningún residencial de Miami o de la côte du sud de la France. Pero a la vez, se convive con el desorden, la desobediencia y caos en calles, legalizado por la propia autoridad.
En cuestión de meses, hemos recibido solicitud de consulta de personas que viviendo en un Condominio, tiene que luchar contra el desequilibrio creado por quienes no desean adecuarse al sistema común que se desea implementar, basado en las reglas de juego que establecen los estatutos o reglamento de ese conglomerado. Sin embargo, cada vez es más común observar que la colectividad se rinde a los pies de quienes desean imponer el desorden, o aquellos que buscan resistir, han logrado imponer el criterio reglamentario y legal y tienen en su lugar donde residen y viven, una pequeña República organizada, a sabiendas que tan pronto crucen ese portón de sus edificio, volverán a la terrible realidad que se ha convertido convivir en nuestro país.
Lo peor que sucede de las asesorías que hemos ofrecido, es cuando el Condominio, no se encuentra organizado, o no posee Declaración o no se han constituido como tal ni poseen estatutos ni han celebrado Asamblea alguna o la han descontinuado, muchas veces por el mismo dejar hacer o caer en la desidia de no querer imponer el respeto en los lugares que corresponde a los parqueos, al pago del mantenimiento, entre otros.
Se ha llegado a establecer, que el dominicano no sabe vivir en comunidad y donde se quiere hacer cumplir la ley, porque está sucediendo que existen quienes buscan imponer su criterio individual por encima del grupo y comunidad. O por ejemplo, si acaba de comprar un nuevo propietario, este lo ha hecho a sabiendas que tiene solo dos parqueos, pero él tiene tres o cuatro vehículos, pues, buscará de mil maneras de modificar las reglas para acomodarlas a su realidad, y hemos visto como en muchas ocasiones se logra salir con la suya, porque encuentra quienes le hagan el coro al desorden, como sucede y es la misma realidad fuera del entorno de esos residenciales que tienen esa situación.
Otra de las consideraciones que indicó, el profesor Taveras en su mencionado escrito, fue lo siguiente: “Es que por mucho tiempo nos enseñaron a negociar con el cumplimiento de la ley: empezamos con favores políticos, seguimos con macuteos, luego con sobornos, más tarde con grandes donaciones de campañas. El resultado es la sociedad de hoy: alérgica al orden y negada a cumplir, y para ello apela a las excusas más «nobles»: que la ley y los impuestos solo son para los pobres; que los ricos no caen presos; que los políticos roban sin consecuencias. Razones políticamente legítimas, pero que no nos dispensan de nuestras obligaciones ciudadanas”.
Lo que ha dibujado de forma perfecta el abogado y catedrático, Taveras, no es más que la pura realidad de lo que se ha permitido en este país y hoy tenemos que estar cuidando nuestro pequeño entorno o espacio de la mejor manera donde vivimos o trabajamos, como buscando engañarnos de que con eso aseguramos nuestra paz, sin embargo, olvidamos que el trabajo grande debemos exigirlo en las calles y en el país de forma general, porque es que hoy vivimos como “chivos sin ley” y no hay voluntad real de resolver esa situación.