Hace unas semanas, la nueva víctima del dopaje resultó ser un niño de 14 años de edad, Ismael Ureña Pérez, que le fue aplicado una inyección destinada a caballos, como si se tratara de un animal. Sus hermanos tuvieron la misma situación, lo único que hoy pueden contarlo.
Cuántos más como Ismael tendrán que seguir muriendo o sufriendo de lesiones permanentes porque no ha existido una protección efectiva del Estado, a pesar de que la República Dominicana desde el año 2012 y ratificado en el año 2021, Convenios Internacionales ante la UNESCO para mayor rigurosidad del dopaje en el deporte, no importa la disciplina a que se refiera.
En el año 2021, el colombiano, Eduardo de la Ossa era asesor jurídico de la Agencia Nacional Antidopaje, especialista en la materia desde el punto de vista legal, estableció en un foro celebrado en el país, indicó lo siguiente: “la República Dominicana presenta debilidades considerables en la lucha contra el dopaje”. Este entendido indicaba en ese entonces, que al país, le faltaba adecuar su legislación a los lineamientos internacionales como lo hacen otros países que han firmado y ratificado el Convenio, más de cien.
Establecía en ese año además, el indicado especialista, que: “La Convención Contra el Dopaje es el documento esencial de la lucha contra este flagelo. Es como la gran constitución del contra dopaje”, agregó. La Convención Internacional contra el Dopaje fue adoptada en 2005 y entró en vigor el 1 de febrero de 2007, convirtiéndose en la convención más exitosa en la historia de la UNESCO en términos de ritmo de ratificación”. “La Convención Antidopaje es ahora la segunda más ratificada de todos los tratados de la UNESCO, con 191 estados. Eso incluye a la República Dominicana. Además, existe el Código Antidopaje, una especie de anexo a la Convención”.
Se refería claro está, a la ley 356-05 (Ley General de Deportes que nunca ha sido aplicada) se queda corta y debe ser afinada para que esté acorde a la convención.
Para agosto del año pasado, se creó la Ley antidopaje, la No.44-23, la misma fue promulgada por el presidente Abinader, sin embargo, aún no se crea el reglamento de aplicación de la misma. Eso no es posible con tantas situaciones que hemos conocido en cuanto al aspecto del dopaje en deportistas dominicanos en eventos internacionales y casos como el del joven que hemos mencionado más arriba y que resultó muerto por la dejadez que se ha tenido con esta legislación.
Ojalá que el Ministro de Deportes, el de Salud Pública y el primer mandatario, puedan interesarse más en el tema, primero, porque ya hemos firmado los convenios mencionados y tenemos una obligación como nación, no solo frente a la UNESCO, sino frente a la propia protección y garantía de la salud de los atletas dominicanos y para darle pulcritud desvalorizada en el deporte.
Esperemos que la muerte de este joven, Ismael Ureña Pérez, no haya sido en vano. Debe existir una real voluntad política, que con sensibilidad sea capaz de mostrar la preocupación para garantizar la ética y moral dentro de los marcos deportivos y sobre todo, la vida y salud de quienes practican algún tipo de disciplina.